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  • Iazna

Violencia simbólica: nos atraviesa a todas por la realidad material de ser mujeres.


La violencia simbólica es la que puede pensarse como invisible, la que no vemos a simple vista, pero analizándolo en profundidad vemos que toda violencia sexual que vivimos las mujeres es violencia simbólica. Todas las formas de violencia sexual implican una relación de poder desigual entre hombres y mujeres donde la posición de privilegio la ocupan los hombres.


Pierre Bourdieu en su libro “La dominación masculina” define la violencia simbólica como la violencia amortiguada, insensible e invisible para sus propias víctimas que se ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y conocimiento o más exactamente del desconocimiento, del reconocimiento y del sentimiento.


La violencia patriarcal se encuentra escondida y camuflada de normalidad, pero nos coloca en un lugar de desigualdad e inferioridad.

La vivimos desde el momento en que nacemos, o puede que antes, cuando sobre el hecho biológico de nacer mujer u hombre se construyen desigualdades, determinan la forma en que nos vestimos, la forma en que actuamos, nuestras aspiraciones, nuestras formas de pensar, hasta el lenguaje. Son mandatos de los que no podemos separarnos fácilmente y por lo tanto nos afectan en nuestro día a día, en nuestras relaciones sociales, en los ámbitos donde estudiamos y hasta en nuestras propias casas.

El patriarcado como una forma de organización política, garantiza privilegios a los varones y se inculca y perpetúa en la socialización que recibimos todas y todos, pero que a nosotras nos oprime.


El patriarcado legitima la violencia hacia las mujeres en todas sus formas.


En palabras de Inés Alberdi y Natalia Mata, en el Informe sobre los malos tratos de las mujeres en España: 'La violencia simbólica es la que asegura la dominación y la que justifica y legitima la violencia estructural y la violencia directa.' (En Reveter, S, 2003:46).


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