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Mujeres en la sombra.


La Asamblea General de las Naciones Unidas decidió designar el 11 de febrero como el día de la niña y mujer en la ciencia para reconocer la trayectoria de todas aquellas mujeres que han contribuido al avance de la ciencia y la tecnología. En este día varios organismos nacionales e internacionales ponen a disposición sus medios para divulgar el trabajo de las científicas no solo con el fin de darles visibilidad sino también para despertar la vocación científica en las niñas, para mostrarles que ellas también pueden.

Es real que se han dado muchos avances en materia de igualdad en el acceso a la educación, pero aún hay cuestiones donde el genero representa una barrera que son importantes abordar. La facultad de medicina no es ajena a la misma.

En un trabajo reciente hecho por docentes y una estudiante de la Facultad de Medicina -Udelar esto queda muy claro cuando especifican que “En el campo médico a fines del siglo XX las mujeres ya representaban más del 60% de los ingresos y de los egresos en la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, y constituían el 47% del total de profesionales en actividad. Actualmente, representan aproximadamente el 70% de los ingresos y egresos a la facultad y son casi el 60% del plantel docente, en tanto casi 6 de cada 10 médicos en actividad son mujeres. Ahora bien, la actual feminización del campo médico no debe interpretarse como el reflejo de un escenario de mayor equidad de género en la formación, docencia y ejercicio de la profesión, de hecho, sostenemos que ocurre lo contrario. El campo médico sigue estando signado por una posición privilegiada de los varones.

En el ejercicio de la profesión médica, son los varones quienes en mayor medida ocupan cargos de dirección y gerencia, son mayoría en las especialidades médicas mejor remuneradas y son quienes perciben, en consecuencia, mayor remuneración por hora trabajada. En el ámbito universitario, también son los varones quienes en mayor medida ocupan los grados docentes más altos. En el gráfico a continuación puede apreciarse que la pirámide, que resulta de la distribución porcentual de los docentes por grado y sexo, tiene una base que está conformada fundamentalmente por mujeres y una cúspide claramente masculinizada” (Rey et al,2020) (1).





Pero... ¿Si somos mayoría por qué ellos son los que ascienden y nosotras si lo hacemos somos minoría?


La socióloga Arlie R Hochschild, haciendo referencia a la presencia de mujeres académicas en la Universidad de Berkeley en el año 1972, señalaba: “…la carrera académica existente subcontrata el trabajo de las familias: un trabajo que llevan a cabo las mujeres. Si no se modifica la estructura de la carrera profesional y su relación imperial con la familia, resultará imposible que las madres lleguen lejos en su profesión y que los padres compartan las tareas domésticas”. (1)

Esto no ocurre únicamente en nuestra universidad o centros de trabajo, también sucede en otros países, y en otras áreas científicas Adjuntamos imágen de estudio publicado en la revista Science en agosto de 2005 (2):




Se han hecho varios estudios que sostienen que la disparidad en cuanto al apoyo en la maternidad y la paternidad influye mucho en como las mujeres siguen posteriormente desempeñándose en el área de las ciencias (modificado de PNAS March 5, 2019 116 (10) 4182-4187). Esto nos empuja a seguir pensando ¿por qué las tareas de cuidado recaen siempre sobre nosotras?, ¿las instituciones están pensadas para mitigar los impactos que tienen sobre nuestras vidas lo que socialmente se nos es impuesto?, ¿no implica un gasto mayor el hecho de que seamos mayoría las egresadas y sin embargo seamos pocas las que accedemos a cargos de alta jerarquía?.


Aunque las tasas de participación pueden variar de un país a otro, el clima y la cultura desempeñan un papel importante para atraer, retener y promover a mujeres y niñas en la ciencia y la medicina.


Un reciente informe de la Royal Society of Chemistry, Breaking the Barriers (The Lancet, Volume 393, Issue 10171, 9–15 February 2019, Pages 493), describe un contexto de incertidumbre financiera para las mujeres jóvenes a la hora de elegir profesión, una cultura académica inflexible y sin apoyo sumado a expectativas estereotipadas de género sobre el rol de cuidadoras familiares son barreras que limitan el progreso de las mujeres en la ciencia.

Destacamos también que las iniciativas que se centran en las mujeres como el problema, y que asumen una visión masculina del mundo, exigiendo que adoptemos un conjunto de comportamientos y medidas que definidas son inherentemente sexistas.


El cambio hacia la equidad de género en la ciencia y la medicina forma parte de un desafío social más amplio, donde debemos entre todos y todas buscar la erradicación de los estereotipos de género, reclamar igualdad salarial, condiciones equitativas de trabajo así como identificar fallas institucionales. Los cambios a nivel de la Universidad son fundamentales para impulsar toda la sociedad.

La lucha hacia la igualdad no es y no debe ser solo responsabilidad de las mujeres, los hombres también deben desde sus espacios identificar fallas para así avanzar a una sociedad plena, donde las niñas no piensen que por haber nacido con el sexo femenino son menos inteligentes que sus pares masculinos.

Hablar sobre equidad e igualdad de género suena políticamente correcto los ''Días de...'' pero ¿realmente estamos haciendo cambios profundos?


Bibliografía

1- Medio siglo craquelando el techo de cristal, romperlo no ha sido posible: http://anfamed.edu.uy/index.php/rev/article/view/473


2- Science 19 Aug 2005: Vol. 309, Issue 5738, pp. 1190-1191




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