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El año cambió, los números no.

Hace un año nuestro colectivo se movilizó para visibilizar la poca representatividad femenina que existe en los cargos de mayor jerarquía de nuestros servicios... la realidad no cambió. Este año desde la comisión de datos e investigación de nuestro colectivo volvimos a revisarlos y procesarlos, lo acompañamos con bibliografía para poder, al menos, tratar de entender este fenómeno que no está presente solamente en nuestra universidad. ¿Qué es el efecto tijera?


Al efecto tijera también lo podemos encontrar en la bibliografía como segregación vertical de género, el término 'efecto tijera' es utilizado más bien en la jerga de las ciencias duras por la forma que toma la gráfica cuando analizamos cuantitativamente la composición por sexo de los distintos grados alcanzables en la academia.

Imagen sacada del trabajo 'Memoria CISC 2018' se observa una mayoría de mujeres en grados 1, 2 y 3 y mayoría de hombres en grados 4 y 5.

Nuestras generaciones han observado una mayor participación de las mujeres en la educación superior, en el mercado laboral y mayor experiencia profesional, a su vez también estamos viendo como aún persisten dificultades para que las mujeres podamos acceder a puestos estratégicos relacionados a la toma de decisiones. Algunos y algunas autoras consideran que es cuestión de tiempo para que esto cambie teniendo en cuenta los altos ingresos de mujeres a carreras científicas, pero nosotras no estamos tan seguras; el patriarcado no duerme y no conoce de tiempos, son necesarias soluciones para erradicar de raíz estos números que no son nada más que una de las tantas aristas del patriarcado institucional. Vemos con buenos ojos que el movimiento feminista este tomando fuerza dentro de las instituciones y se esté hablando más sobre estos temas, uno de ellos es la formación de la comisión de género en la facultad de medicina - Udelar. Es fundamental que las distintas actoras y actores sociales agudicen la mirada sobre las distintas manifestaciones de violencia institucional ejercidas en el ámbito académico.


Si estamos mejor calificadas y somos más, ¿por qué representamos la minoría en puestos de mayor jerarquía?


Se ha enfatizado que la baja presencia de las mujeres en cargos de mayor jerarquía tiene que ver con la propia organización, con la dinámica familiar, valores y prejuicios de la sociedad y las ideas preconcebidas sobre nosotras mismas que obstaculizan nuestra participación en los espacios de dirección. Aquí juegan un rol central los estereotipos impuestos socialmente sobre nosotras, lo que se espera de nosotras como mujeres: que la mujer que decide ser madre no puede tener una carrera exitosa, que debemos quedarnos en casa cuidando a nuestros familiares enfermos o hijas/os, que hay especialidades para mujeres y otras para hombres.

A partir de los años ochenta se comenzó a darle nombre a esto, se utilizó el término 'techo de cristal' para manifestar la discriminación en el ascenso de las mujeres. El techo de cristal opera como una pared invisible, prácticamente infranqueable, construida por creencias, estereotipos, procedimientos, estructuras y relaciones de poder.

También se habla metafóricamente sobre concepto del “laberinto” en el cual se describe los caminos alternativos y opciones de salida que utilizan las mujeres en su recorrido académico y laboral, que dejan de manifiesto los obstáculos que se ven enfrentados en el ascenso y que las llevan a renunciar en el camino, retrasando sus posibilidades de ascenso. Lo anterior se suma a los salarios inferiores y a la desigualdad en las condiciones laborales.

Este “techo de cristal” al que nos enfrentamos las mujeres es consecuencia de una cultura masculina que, por lo general, es la que predomina en el mundo académico.


Las instituciones no fueron pensadas para recibir mujeres.


En 2012 Sara Ahmed en su libro 'vivir una vida feminista' hace alusión a este hecho, haciendo referencia a la importancia de que el movimiento feminista se haga presente en todas las instituciones, citamos textualmente una parte de su libro: ''Pensemos en esto: Las personas que llegamos a una academia que no fue moldeada por ni para nosotras traemos conocimientos, así como mundos, que de otro modo nunca habrían estado allí. Pensemos en esto: cómo aprendemos de mundos que no nos incluyen. Pensemos en los tipos de experiencias que traemos cuando no se espera que estemos aquí. Estas experiencias son un insumo para generar conocimiento. Traer la teoría feminista a casa es hacer que el feminismo funcione en otros lugares donde vivimos, en los lugares donde trabajamos. Cuando pensamos en la teoría feminista como una tarea para casa, la universidad se convierte también en un espacio sobre el que trabajos, así como un espacio en el que trabajamos.''

A las mujeres socialmente se nos ha vinculado con las tareas de cuidado, de la casa, dejar de ser nosotras para ser para los demás, ¿las instituciones tuvieron en cuenta este hecho para recibirnos?, ¿las instituciones tuvieron en cuenta el hecho de que una mujer dedica el doble de su tiempo al cuidado de las hijas e hijos?, ¿existen leyes que contemplen una maternidad y paternidad equitativa?, los cuestionamientos aumentan a medida que los hacemos y la respuesta es siempre no o muy pobremente.


El año pasado nuestro colectivo se planteó la idea de impulsar la creación de guarderías y salas de lactancia en los servicios donde estemos presentes, este proyecto nunca fue imposible teniendo en cuenta que otras instituciones ya lo impulsaron (FCIEN, FQ, FCS, entre otras) nos consta que se está trabajando desde otros organismos para que estos proyectos se impulsen. Pero debemos recordar que si bien esto sería un gran cambio, no sería el fin del patriarcado en nuestras instituciones. Es necesario mucho pienso y compromiso. Las feministas a la universidad llegamos para quedarnos, para cuestionar las estructuras y relaciones de poder arraigadas a nuestra formación, porque eso es lo que consiste en parte ser y reconocerse feminista: cuestionar y movilizar para generar cambios donde veamos la desigualdad sexista.


¿Cómo estamos por casa?


El año pasado un grupo compuesto por 4 docentes y 1 estudiante de la facultad de medicina -Udelar sacó un trabajo mostrando los números de nuestra universidad donde vieron que hay una sobrerrepresentación de las mujeres en los grados 1 y 2 (67,8% y 60,2%) y la consiguiente subrepresentación en los grados 4 y 5 (36,1% y 23,1%), así mismo se pudo constatar que los varones representan el 77% del total de cargos de grado 5 (1). Este año nuestro colectivo renovó las gráficas publicadas en abril del 2020 en nuestras redes sociales respecto a la composición por sexo de los distintos servicios (ver imágenes más abajo). Vemos que la segregación vertical hace parte de todos los servicios sin discriminación, tal vez se hace más visible en los servicios anestésico-quirúrgico y básicos. Para frenar esto es necesario un cambio estructural, docentes y estudiantes comprometidos, cuestionar y actuar.

Los datos utilizados para las gráficas fueron tomados de las páginas web de los distintos servicios en abril 2021. Quisimos actualizar las ya analizadas el año anterior, por lo cual no agregamos las que no habían sido analizadas por nuestro colectivo. Para más información ir al artículo 'Medio siglo craquelando el techo de cristal, romperlo no ha sido posible' Grazzia, et al (2020) (1).

Las feministas no queremos show para las fotos, queremos cambios reales y que se tome la violencia institucional en serio. Aquí nuevamente citamos una parte del libro de Sara Ahmed ''Las mejoras cosméticas que no generan transformaciones estructurales. no sólo son inútiles, sino que incluso pueden ser contraproducentes. Un reglamento que no se aplica, un buzón de denuncias que nadie controla o una oficina de género que no tiene ninguna atribución no son inofensivas, porque algo producen: producen de hecho, la impresión de que se está haciendo algo, de que no hace falta seguir insistiendo con esto del feminisimo, porque ya lo tienen todo, ahí tienen su oficina, ahí tienen su protocolo antiviolencia, quizá ya es hora de que dejen de hablar de eso (...) El riesgo que corre un movimiento de adormecerse o volverse una pantalla para el poder (convertirse en la mujer para la foto, o en la cara marrón para la foto) es un fenómeno global del siglo XXI (...) No debemos permitir que nuestras luchas se diluyan en normativas que no se cumplen y protocolos que nadie tiene en cuenta, pero que le sirven al jefe de turno para autofelicitarse en el informe de fin de año; y sobre todo, para decir que el feminismo es una cosa anticuada y pasada de moda, que ya no hay necesidad de pensar, protestar, ni escribir ni organizarse porque ya hay oficinas de genero y diversidad por todas partes.'' Bibliografía 1- Medio siglo craquelando el techo de cristal, romperlo no ha sido posible: http://anfamed.edu.uy/index.php/rev/article/view/473




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