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  • Sofi

El gran dilema de la salud mental, una connotación tabú muy peligrosa.



Los trastornos que hoy incluimos en el concepto de salud mental han sufrido distintas consideraciones por parte de los galenos y de la propia sociedad a lo largo de la historia, pero, ¿Cómo se ven hoy a las patologías mentales?

La salud mental y las creencias.


Durante el Renacimiento, en el siglo XV y XVI, existía la creencia de que las personas con problemas de salud mental estaban poseídas por el demonio. Si eran mujeres, se creía que eran brujas y eran quemadas en la hoguera o ejecutadas. Pero, ¿Cómo es que hoy, a pesar de la evolución que ha tenido la medicina y las neurociencias, se sigue considerando a la salud mental como

tabú?


“Extracción de la piedra de la locura”. El Bosco o de un seguidor del maestro. 1475-1480


Hipócrates (padre de la medicina moderna) consideraba que el cerebro era la sede de la voluntad, la conciencia, la inteligencia y las emociones. Creía que los trastornos psicológicos podrían tratarse como cualquier otra enfermedad, ya que consideraba que podían tener por causa alguna patología o traumatismo cerebral y verse influido por la herencia. Por lo tanto, los trastornos asociados con estas funciones se ubicarían, por lógica, en el cerebro. Hipócrates diagnosticó y trató la manía, la melancolía, la paranoia y la histeria. Así mismo, reconoció la importancia de las contribuciones psicológicas e interpersonales a la psicopatología, como los efectos a veces negativos de la tensión familiar; y, en algunas ocasiones, separó de sus familias a sus pacientes. Aunque grandes científicos de limitados recursos en comparación con la actualidad, hayan sido capaces de identificar de forma trascendental este tipo de patologías; la mente moderna, llena de recursos y rodeada por los avances con gran celeridad de los últimos 20 años en este caso, volcados al análisis conductual, la psiconeurología, la psiquiatría y la neurociencia, aún hay muchos estigmas que hieren, aíslan, reprimen y callan.


Salud mental y sociedad.

La sociedad ha creado un gran tabú en torno a las personas que padecen alguna enfermedad mental, sin hacer énfasis además, en que el concepto que la mayoría de la gente tiene sobre las enfermedades mentales es completamente erróneo, todo es debido a la falta de conocimientos sobre estas.

Vivimos en un mundo en el que se juzga a las personas su diagnóstico y por los estereotipos e ideas erróneas que se asocian a este.

La problemática es amplia, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, mil millones de personas sufren en todo el mundo enfermedades mentales, lo cual representa una sexta parte de la población total del planeta. Paradójicamente, un estudio estimó que entre un 85.5% y 94.7% de las personas con un trastorno mental no acceden a algún servicio de salud. Cifras aquellas que vociferan sin la menor discreción el subtratamiento de un problema cada vez más incidente. Existen muchos tipos de enfermedades mentales, pero las más comunes son: ● Trastornos de pánico, ansiedad, obsesivo-compulsivo y fobias. ● Trastornos del estado de ánimo como la depresión, depresión mayor o la bipolaridad. ● Trastornos alimentarios: bulimia, anorexia. ● Trastornos de personalidad, sociopatía, psicopatía. ● Trastornos psicóticos como la esquizofrenia.



Mal uso de los términos, restarle importancia.


El primer error es no considerar a los trastornos mentales como una patología, sino, al ser nuestra especie un ser racional por sobre las demás, y gozar de la capacidad de diferenciar aquellos actos que son compartidos de los que no, se cree que alguien con un trastorno mental, está eligiendo conscientemente actuar así. Se suelen utilizar términos como 'está loco', 'está triste', o por lo contrario, se utilizan nombres de patologías psiquiátricas para referirse a actitudes desaprobadas por la sociedad, como, es un psicopata, esta demente, tiene panico, etc. Es entonces, importante aclarar que estos trastornos no se producen por debilidad emocional, no son propios de personas sentimentales que exageran las emociones, ni mucho menos afectan a personas perversas. Son enfermedades y deben tratarse como tal, no basta con hacer el esfuerzo de cambiar, dejar de comportarse así, ni proponerse forjar un carácter más fuerte.

Los signos y síntomas son consecuencia de una alteración biológica en las sustancias que regulan el funcionamiento cerebral, principalmente, los denominados NEUROTRANSMISORES-NEUROMODULADORES, encargado de regular las rutas que llevan y traen información de forma eficiente de forma bidireccional en nuestro cerebro, y con el resto del cuerpo. Asimismo, si una enfermedad del corazón puede hacer que el paciente tenga dolor en el pecho, una enfermedad de la mente hace que el paciente piense de manera extraña, perciba cosas que discrepan con la realidad y/o actúe de forma singular o intimidante. Los síntomas se presentan de manera diferente pero ambos padecen un problema de salud y requieren tratamiento. Estigma

Esta mirada juzgadora, y aisladora por parte de la sociedad, hacia las personas con patologías mentales, ha hecho que la búsqueda de asistencia sea muy escasa. La mayoría de las veces, las personas no se sienten apoyadas por su entorno, y en el peor de los casos, aquellas enfermedades que se construyen a partir de un proceso que evoluciona hacia la gravedad, como la depresión, suelen ser identificadas y tratadas (si es que lo son), tarde. Frases como: 'se suicidó porque era un cobarde que no le hizo frente a la vida'… no pueden quedar en la nada, tienen que ser analizadas cuidadosamente, para evidenciar, en qué estamos fallando como sociedad. Las personas no suelen participar en el ejercimiento de otras profesiones, por ejemplo, nadie dice que el puente que construye un ingeniero está mal, o que el cliente de un abogado está siendo mal defendido, pero parece haber una participación colectiva en todo lo vinculado a la salud del cuerpo. El tratamiento de patologías, incluso en su diagnóstico; y claro, las enfermedades mentales no escapan de ello. Los protocolos de actuación, se ven desamparados por un sistema que también está empapado en normas morales, y, desde mi experiencia como estudiante de medicina, el estigma dentro del sistema de salud, también es grande, pese a saber la fisiopatología de fondo. En nuestro país, de hecho, uno de los principales centros de atención a las patologías mentales, como lo es el Hospital Vilardebó, no goza de las mejores medidas sanitarias (resaltado por el propio personal de la institución), y aún más profundo, nos podemos preguntar, ¿por qué las personas con patologías mentales tienen un centro de asistencia separado del resto de las patologías, sí incluso las personas privadas de libertad que implican un riesgo para la sociedad, son atendidas en centros hospitalarios generales, o las que padecen patologías con alta tasa de contagio?. Los cuestionamientos son muchos, al igual que el avance en la ciencia; pero en cuestión de salud mental, como sociedad, no hemos avanzado nada, porque por más que hoy no podamos quemar en la hoguera a las personas, seguramente, mucho de los que padecen una patología mental, ya sienten estar allí.


El hecho de dejar como imágen de este artículo el autorretrato que se realizo Van Gogh en el manicomio de Saint-Rémy es para hacerle un honor a dicho pintor que sufrió los estigmas de una sociedad que no comprendía su dolor.

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