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  • Maite

Obstetricia y embarazada.



El nacimiento, como la muerte, es una experiencia universal. Puede ser la experiencia creativa más poderosa en la vida de muchas mujeres. Puede ser una interrupción en el correr de la existencia humana, un fragmento que tiene poco o nada que ver con el sentimiento apasionado que creó al bebe o ser vivido con belleza y dignidad.’


Comenzamos con la cita del famoso obstetra francés Michel Odent para realzar su práctica de atender y reflexionar sobre nuestra cultura, sobre como nacemos, como se integra el nacimiento como hecho social que determina a qué tipo de sociedad pertenecemos y que modelo proyectamos a futuro. La intención de iniciar citando a un doctor pionero del parto humanizado y activo creador de conciencia y práctica con el tema, es para agradecer y reconocer a todos los hombres profesionales, padres u hombres del colectivo social que han apoyado y apoyan en la práctica de la reflexión sobre el mismo.

Empoderamiento de la embarazada y relaciones de poder.

Es un hecho histórico que la medicalización del parto llevó a la masculinización del mismo. Por esto las relaciones se han desvirtuado en un competir por el poder y la autoridad. Así la mujer embarazada es tratada muchas veces en forma infantil, disminuyendo su autoestima y su sabiduría instintiva. La partera como una subalterna a la obstetra. Ésta cadena de relaciones en vez de sumar resta ya que parte de una competencia por el poder y la autoridad que estimula la inseguridad de ser quien somos, desempoderándonos a todas. Es claro y reconocido el mérito de cada una en su formación y los roles a desempeñar, pero ante todo en éste tema en particular debemos reconocer la sabiduría que traemos en nuestra biología ante la cual el conocimiento es un agregado a favor de la vida, de la salud tanto física como emocional.

Como decía el obstetra anteriormente mencionado Michael Odent “Para cambiar el mundo es preciso cambiar la forma de nacer”.

Sabrina Critzmann, pediatra argentina en un capítulo de su libro hoy no es siempre’ dedicado al parto explica que ‘el personal de la salud encargado de asistirnos en estos momentos debe dejar de gritarnos a las madres que “no sabemos pujar”, deben dejar de decirnos que “el bebé nos va romper todas”, deben dejar de infantilizarnos al grito de “mamita, te estás portando muy bien”, deben dejar de hacernos cesáreas porque es Navidad si nosotras no lo deseamos, deben dejar de separar al recién nacido de su madre; dejar de bañarlo; dejar de ponerle ropa que le molesta y no le permite concentrarse en su hambre, su primer hambre, tan fascinante como terrible, deben dejar de decirnos a las madres “tu leche es agua”, pero por sobre todo hay que dejar de meterse con los deseos y cuerpos ajenos, como también con la historia que trae la otra persona detrás y que la hace tomar ciertas decisiones’’.


Así como lo cita Esther Vivas en su libro 'mamá desobediente' la maternidad es una responsabilidad colectiva.

Así como concebimos la posibilidad o no de ser madres, cómo acompañamos a nuestras amigas o pacientes ante los nacimientos debemos entender estos procesos como hechos sociales atravesados por la cultura y que depende especialmente de nosotras, las mujeres, crear una forma humana que posibilite un cambio para nuestra sociedad.

Debemos dejar de ver a la maternidad como un castigo, ésta no es más ni menos que una decisión personal de cada mujer. Debemos luchar y exigir espacios que no nos condenen por estar embarazadas o por ser madres. La maternidad no debería ser ningún impedimento a la hora de desarrollarnos académicamente o laboralmente, cabe a nosotras alzar la voz e identificar estas fallas en el sistema y a las instituciones competentes tomar nota. Ya leímos en los relatos de varias mujeres a raíz del #MeLoDijeronEnLaFmed cómo en el área de la salud el ser madres o no puede llegar a condicionarnos al momento de elegir un posgrado o continuar ejerciendo en distintos ámbitos, como puede ser el anestésico-quirúrgico. Escribimos sobre esta área en particular porque es donde la mayoría de las mujeres han señalado cómo el embarazo y maternidad fueron un problema al momento de ejercer, cuando en realidad este no debería ser así. No deberíamos naturalizar que las instituciones se cierren a la idea de que existen mujeres madres que quieren seguir ejerciendo.

Por otra parte, como sociedad debemos dejar de infantilizar a las embarazadas y puérperas, sacándoles su autonomía, minimizándolas.

Cabe al personal responsable brindarnos la información necesaria y respetarnos en nuestras decisiones a la hora de tener a nuestros hijos, apoyarnos y acompañarnos en nuestros procesos. En Uruguay la ley 18.426 de la Defensa del Derecho a la Salud Sexual y Reproductiva, sostiene que se deberá “promover el parto humanizado, garantizando la intimidad y privacidad; respetando el tiempo biológico y psicológico y las pautas culturales de la protagonista y evitando prácticas invasivas o suministro de medicación que no estén justificados”.

La ley 17.386 establece que ''toda mujer tiene derecho durante el tiempo que dura el trabajo de parto, incluyendo el momento mismo del nacimiento a estar acompañada por una persona de su confianza o de una persona que esté entrenada para dar apoyo emocional, como puede ser el caso de una doula''.


Saludamos a las y los obstetras que se encargan de tan noble profesión, acompañándonos, respetándonos y escuchando nuestros miedos al momento de traer a nuestros hijos al mundo. Luchemos por mas y mejores condiciones.



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