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MI PARTO, MI DECISIÓN.



En la época antigua, las mujeres eran quienes decidían cómo parir, ellas decidían durante su trabajo de parto que posiciones adoptar, como y donde se sentían más cómodas, no era un tema discutido. Muchas optaban por las cuclillas, de rodillas, sentadas o en cuatro patas, era muy raro que una mujer se recostara en una cama. Los beneficios del parto en vertical son múltiples; mejor manejo de las contracciones, reducción del dolor, facilita la respiración, acelera el trabajo de parto, puede colaborar a evitar desgarros o episiotomías.


Pero, ¿por qué leer esto en nuestros días, puede llegar a chocarnos? ¿En qué momento empezamos a parir acostadas en una cama?

Pues resulta que un hombre, el Rey Luis XIV, solicitó que su mujer se recostara a la hora de dar a luz para poder presenciar el nacimiento de sus hijos, a la vez, al ginecólogo François Moriceau le resultó más cómoda esta posición para asistir. Fue de esta manera, que se empezó a replicar esta forma de parir tumbadas en una camilla para la comodidad y beneficio de todos, excepto de la embarazada. A estas razones se le fueron sumando más a lo largo de los años, la estructura del parto hospitalario, la epidural, desinformación, la educación que recibe el personal, etc.

En el siglo XXI se retoma el protagonismo de la mujer en su propio trabajo de parto y parto, se comienza con la reeducación del personal ya instalado y se asegura una educación integral sobre parto humanizado a las nuevas generaciones. Se informa y empodera a las embarazadas sobre todas sus posibilidades y se le brinda el espacio para tomar decisiones. Esto implica afirmación de su corporalidad, su sexualidad, su preferencia sexual, su autoestima, y sus decisiones, las cuales han sido negadas en el proceso de construcción de su identidad de género.


¿De qué hablamos exactamente cuando utilizamos el término parto humanizado? ¿Qué requiere el parto humanizado?


El parto humanizado requiere que todas las decisiones y procedimientos sean para el bien de la usuaria, sirviendo a sus necesidades individuales y deseos particulares de la mujer. La libertad de movimiento como una norma, siendo la usuaria, la protagonista de sus procesos de parto y nacimiento.

La idea de humanizar el parto viene de hecho, de que muchos servicios médicos no han incorporado las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y otros organismos que reglamentan la atención del parto. En muchos centros, aún se practican ciertas intervenciones de manera rutinaria, que han sido fuertemente cuestionadas, tales como: la prohibición de un/a acompañante, (que en muchos países es parte de las leyes que amparan a las mujeres gestantes), regla que se ha visto fuertemente violada durante la pandemia y que debiera respetarse aún con los protocolos por Covid-19. El rasurado del pubis (se ha comprobado que su práctica no es necesaria y puede generar muchas molestias), el uso de violencia verbal y psicológica, restricción de movimiento, parto acostada, episiotomía de rutina, el ayuno durante el trabajo de parto, y la separación del recién nacido de su madre, son algunas de las muchas conductas que en algunos lugares aún se tienen a la hora de abordar un trabajo de parto.


¿Cesáreas, inne-cesareas?


Desde hace años hay varios autores que nos cuentan de una epidemia de cesáreas, las cuales muchas son calificadas como 'inne-cesáreas'. Según la OMS el índice de cesáreas no debe superar el 10-15%.

En Uruguay se estima que las tasas de cesáreas están 75% por arriba de la recomendación de la Organización Mundial de la Salud.

Los equipos de salud tienen un debe con las madres que han atravesado una cesárea, está normalizado desconocer o desmerecer el sufrimiento emocional que puede conllevar éste procedimiento. Arraigado se encuentra en el pensamiento del equipo médico que la madre debe de estar feliz porque tiene “un bebé sano” o agradecida por la cesárea, sin tener en cuenta que puede estar feliz por la llegada de su bebé y triste por la pérdida del parto que tanto había esperado y planificado, o por no haber compartido los primeros momentos con su bebé. Ambas emociones pueden coexistir, y el equipo médico debe estar preparado para esto.

Hay rutinas hospitalarias que vulneran a la mujer tras la cesárea. Generan fallas en la confianza, dificultan la lactancia, impiden que descanse, entre otras. A pesar de que existen estudios que señalan que las madres que comen sólido 4-8 horas después de la cesárea se recuperan mejor, hay hospitales donde no se les permite comer nada en 24 horas.

El momento del parto es anhelado por muchas madres, donde lo visualizan glorioso y saben que se pueden sentir contenidas, la cesárea está lejos de ser así. Las reacciones psicológicas que puede producir pueden ser intensas y complejas, por esta razón las cesáreas deben ser solamente cuando son necesarias y se deben crear ambientes donde se priorice a la mujer y sus necesidades.


“Ya es hora de que las mujeres comiencen a luchar por estos derechos, algunos ya garantizados por ley, otros ya comprobados por numerosos trabajos científicos y largamente difundidos, en el mundo entero. Es a partir de nuestras exigencias que los servicios médicos se verán forzados a actualizarse y ofrecer una verdadera atención humanizada.” Ana Cris Duarte: "Amigas do parto"

En caso de que hayas sufrido violencia obstétrica es importante que te animes a denunciar en la misma mutualista donde hayas parido, o también, lo podes hacer con algún asesoramiento en Gestar Derechos, una organización civil que se dedica a asesorar a las mujeres en temas relacionados al parto humanizado, lactancia y violencia obstétrica.




Bibliografía

1) file:///C:/Users/Usuario/Downloads/partohumanizado.pdf

https://tribumaterna.com/blog-erase-una-vez-cuando-las-mujeres-parian-verticalmente/

Ref.: (CIMAC) San José de Costa Rica, Abr. 25, 2002.

2) Aguirre, R., Antón, J.-I., & Triunfo, P. (2019). Análisis de las cesáreas en Uruguay por tipo de centro hospitalario. Gaceta Sanitaria, 33(4), 333-340. https://doi.org/10.1016/j.gaceta.2018.01.004

3) Cóppola, F. (2015). Cesáreas en Uruguay. Cesáreas en Uruguay, 31(1), 31-55. Recuperado de http://www.scielo.edu.uy/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1688-03902015000100002

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